Este texto fue utilizado para inaugurar las Primeras jornadas de estudio sobre la situacion de la Danza en el Princpado de Asturias , en el año 2009 Lamentablemente pocas cosas han cambiado desde entonces, así que lo comparto aquí sin miedo a que haya quedado obsoleto.
No existiría danza en Asturias si no hubiera sido por la iniciativa siempre privada de aquellas maestras y maestros pioneros y emprendedores que decidieron sin ningún recurso ni apoyo abrir sus propias escuelas hace ya la friolera de 50 años. La primera de la que tenemos referencia es la andaluza Salud Regina, que se instaló en Oviedo y que tuvo como alumnos a Marisa Fanjul e Iván Bravo, maestros de maestros. Marisa Fanjul en 1977, e Iván Bravo en una fecha que no he podido determinar, no sólo fundaron escuela en Oviedo sino que llevaron la danza asturiana a las más altas instancias, sin ningún tipo de apoyo. Marisa Fanjul, además, fundó en 1979 el Joven Ballet Contemporáneo de Asturias, iniciativa privada que dio a los alumnos de su escuela la oportunidad de acercarse al mundo profesional. Carmen Elvira e Isidro Herrero se establecieron en Gijón en 1971 y en la actualidad dirigen el único centro privado reconocido del Principado de Asturias. El Ballet Principado de Asturias fundado por ellos en 1980 dio también oportunidades profesionales en una Comunidad alejada de los circuitos nacionales de danza En Avilés, allá por los años 60, se asentó la francesa Katerine Rezard, y su escuela fue cantera de los maestros y maestras que años después tomarían su relevo en la ciudad; al igual que Berta Fernández que, con apoyo del desaparecido colegio Estilo, puso su grano de arena en Salinas A todos ellos debemos los aquí presentes nuestra propia existencia como docentes e intérpretes, y de todos ellos aprendimos no sólo a bailar, sino también lo duro y difícil que es hacerlo; y la solitaria e incomprendida carrera de obstáculos que supone el tratar de vivir de la danza y para la danza. Y la verdad es que no han cambiado mucho las cosas desde entonces, ya que seguimos siendo emprendedores (de carácter privado) sin ninguna ayuda ni económica ni profesional. Tristemente, nuestro esfuerzo tiene como único objetivo formar bailarines con vocación de emigrantes, ya que su única posibilidad de bailar es salir de nuestras fronteras. Otro de los problemas con los que nos encontramos es que, a diferencia de la enseñanza pública, las escuelas privadas no podemos permitirnos el lujo de hacer selección de alumnos. Las pruebas de acceso (imprescindibles para acceder a los conservatorios) no harían más que impedir nuestra subsistencia económica, lo que nos lleva a la imposibilidad de mantener niveles de exigencia y disciplina necesarios para formar alumnos capaces de formar parte de una compañía de danza profesional. La incomprensible decisión del ministerio de educación de eliminar los exámenes libres, vino a poner aún más obstáculos en nuestro camino, ya que la posibilidad de obtener una titulación oficial suponía un gran aliciente para la gran mayoría de nuestros alumnos. Esto nos ha obligado a buscar sistemas alternativos de exámenes ( Royal Academy of Dancing, Acade, Apde) que, aunque no tengan reconocimiento académico, permiten a las escuelas seguir un plan de estudios. Esto supone cierta regulación respecto a horarios, grupos de trabajo y exámenes que permiten obtener un diploma o certificado de estudios que en alguna medida viene a paliar esa carencia. La solución que nos ofrece la Consejería pasa por la homologación de las escuelas para entrar en el sistema nacional de enseñanza como centros autorizados, pero la realidad es que los requisitos para ello resultan inalcanzables para la gran mayoría de nosotros. Pongo por ejemplo que para conseguir tal fin, el centro deberá contar con: biblioteca, sala de video, aula de Música, aula de Danza y una larga lista de exigencias Todos estos problemas profesionales nos han llevado a gestionar nuestros centros con una mentalidad empresarial y competitiva, que se refleja en la ausencia de colaboración entre las academias; situación que propicia un estancamiento aún mayor. Elisa Novo.
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